Celebraciones con niños

En esta sección vamos a ir introduciendo una serie de celebraciones teniendo en cuenta el Directorio que la Congregación para el Culto divino elaboró en 1973, publicada en A.A.S. 66 (1974), además de otras consideraciones pastorolaes y pedagógicas.

A parte de las celebraciones particulares que se incluyan, habrá que tener en consideración una serie de elementos que van a facilitar la participación de los más pequeños en celebraciones eucarísticas específicas para ellos.

Las normas litúrgicas permiten estas adaptaciones y remiten a las diferentes Conferencias Episcopales, otras.

La realidad, en la mayoría de nuestras comunidades, es que el acercamiento de los niños y jóvenes a la Eucaristía se produce con motivo de la catequesis previa a la recepción de los sacramentos, y que después desaparecen. Si en el tiempo en el que se preparan para el sacramento de la Eucaristía conseguimos crear en ellos el hábito de la asistencia a las celebraciones dominicales estaremos haciendo una auténtica catequesis encaminada a la mistagogia.

Es conveniente que tengamos un grupo de personas que nos ayuden en la preparación de estas celebraciones, cuanto más amplio, mejor. Incidiendo en los diferentes ministerios que tradicionalmente se han venido utilizando en la Iglesia. Conviene contar con un coro que anime la celebración con cantos y música (preferiblemente, guitarras en el que puedan participar también chavales más mayores), unos lectores que ejerzan dignamente su fución… procurando implicar a la mayor cantidad de personas, tanto adultas como niños, y que sean ellos quienes a lo largo de la semana se preocupen de estas celebraciones. Con un poco de formación, no serán necesarias enmiendas posteriores por parte del celebrante.

 

Consideraciones generales:

1. Preparación 

La celebraciones con niños van a requerir de una preparación previa que adapte el lugar, el ambiente, los símbolos a su lenguaje. Es necesario adaptar el entorno a la iconografía propia de los niños, teniendo en cuenta sus gustos, y no lo que nosotros consideramos que son sus gustos. Necesitaremos un lugar donde colocar carteles y, si es posible, un lugar para proyectar vídeos y/o presentaciones.

En internet encontramos cientos de recursos para ello. Una estética que puede resultar adecuada son los cientos de dibujos de Fano, también podemos utilizar recursos de Valivan, especialmente ésta para la explicación de la Palabra, tienen unos vídeos musicales contando diferentes parábolas del Evangelio.

También hemos de pensar en algún momento para el silencio interior y exterior. Que si bien en la actualidad se está trabajando en algunos ambientes escolares, las más de las veces no se abre al elemento Trascendental y desde estas celebraciones hemos de favorecerlo. El tiempo idóneo sería tras la homilía o, aún mejor, en el momento posterior a la comunión. Un pequeño espacio de silencio, basta con un par de minutos, en el que sistemáticamente introdujésemos a los chavales en una dinámica de interioridad abierta a la oración; una visualización a propósito del texto evangélico, por ejemplo.

Otro elemento fundamental la rutina. Como nos dicen las investigaciones pedagógicas más recientes, la rutina es esencial en la asimilación e integración de conocimientos y experiencias. Este punto resulta fácil, nuestras liturgias son una especie de rutinas. Jugar con el elemento de la rutina nos va a permitir sorprender de vez en cuando. Es importante que hagamos siempre las mismas cosas con diferentes contenidos para que los chavales puedan estar centrados al saber qué se va a hacer y cuándo.

Es conveniente que los cantos elegidos para este tipo de celebraciones se mantengan en el tiempo, respetantdo siempre los diferentes momentos del año litúrgico. Si elegimos unos cantos, los mantendremos durante todo ese tiempo litírugico, de forma que los chavales acaben sabiendo qué canto se va a entonar en cada momento. Y si por razones de los diferentes tiempos fuertes (adviento, navidad, cuaresma y pascua) los vamos a cambiar, ensayarlos con ellos antes de la celebración, advirtiéndoles de los momentos en los que se van a utilizar.

2. Ritos iniciales

La finalidad de ellos es hacer que los fieles reunidos en la unidad construyan la comunión y se dispongan debidamente a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía (cfr. n. 46 de la Instrucción General del Misal Romano) comprendiendo la entrada, el saludo, el acto penitencial, el Gloria y la oración colecta.

Puesto que la finalidad es construir comunión, lo mejor es conocernos. Por ello, después de el saludo inicial, conviene preguntar a los chavales que quiénes vienen nuevos, y porqué han llegado a la celebración, si vienen con algún amigo, familiar… y le damos, públicamente, la bienvenida; de la misma forma nos preocupamos de si ha venido con algún adulto y le acompaña a la celebración le damos la acogida; de si hay algún cumpleaños en la asamblea…

En cuanto al acto penitencial conviene unirlo al Señor, ten piedad utilizando una fórmula en la que los chavales puedan (previa preparación o de forma espontánea) pedir perdón por aquellas cosas significativas para ellos.

Para el Gloria conviene aprovechar alguna de las formas simplificadas y cantadas para niños.

La oración colecta procuraremos adaptarla al sentido del texto evangélico y a poner a los chavales en situación de escuchar la Palabra de Dios.

3. Liturgia de la Palabra

Las normas litúrgicas permiten la omisión de alguna o algunas de las lecturas, siempre que se mantenga el texto evangélico. Asimismo, permite la intervención de un ministro no ordenado, más cualificado, para el desarrollo de la homilía. Se permite también que, si la lectura evangélica es complicada, se cambie por una más adecuada al nivel de la asamblea, aunque es preferible mantener, al menos, el sentido propio del tiempo en la misma.

Para la homilía conviene seguir una rutina. Ésta podría consistir en:

1. Se pone una imagen, alusiva al texto evangélico y preferiblemente de Fano o similar, para que algunos chavales nos digan qué es lo que ven en la imagen.

2. De la imagen, pasamos a un cartel en el que habremos puesto destacada una frase significativa del texto e invitaremos a algunos de los niños a que nos digan qué significa para ellos esa frase.

3. Que un niño de los asistentes haga un pequeño comentario de lo que haya reflexionado sobre el Evangelio con sus papás durante la semana.

4. El celebrante, o el que está haciendo la homilia, recoge las aportaciones hechas y añade, si falta, alguna idea principal del texto antes de introducir el Credo o la Oración universal.

Para el Credoutilizaremos una de las fórmulas breves de preguntas-respuestas o bien, como hicimos en el Gloria, lo rezaremos con un canto.

En la Oración Universal o Preces preparadas previamente por los chavales con ayuda de los adultos recogeremos los hechos más significativos de la comunidad para pedir por ellos al Señor, de la misma manera que en final de la homilía, si hay algún aspecto relevante de las lecturas o de hechos significativos que nos se hayan incluido, el celebrante los añadirá en una o dos preces y cerrará con la oración conclusiva. Procuraremos que los chavales tengan en cuenta el orden establecido para las peticiones: Iglesia, gobernates, necesitados y comunidad.

4. Liturgia eucarística

El Ofertorio es otro de los momentos en los que los chavales pueden participar de forma activa, prepararemos con ellos unas ofrendas, con texto alusivo a aquello que presentamos, procurando que sean objetos, carteles… que tengan que ver con su realidad, pero sin caer en tópicos. Mientras uno o dos de ellos las leen, otros las llevan. Finalizando con la presentación del pan y el vino como la ofrenda que recoge el expreso deseo de Jesús en la última cena.

En la oración sobre las ofrendasel sacerdote procurará recoger algunos de los símbolos presentados por los chavales y sumarlos a la ofrenda del pan y el vino.

El prefacio lo haremos procurando adaptarlo a la asamblea, pero siempre respetando las normas recogidas en el misal, esto es dando gracias a Dios por la obra de salvación realizada en su Hijo a favor nuestro.

Y lo mismo haremos con el resto del canon, respetando la epíclesis, la anámnesis, la oblación, la intercesión de vivos y difuntos y la doxología final (cfr. n. 79 de la IGMR)

En el rito de comunión que comienza con el padre nuestro convocaremos a todos los chavales asistentes al rededor del altar (si lo permite el espacio) para que con el gesto de darnos la mano unan a todo el templo, abarcando, si es preciso, toda la iglesia. Así unidos de la mano, rezaremos o cantaremos la oración instituida por Jesús. Permaneciendo así hasta el momento de la paz. En ese momento, el gesto de la paz, lo haremos con los chavales con un simple apretón de manos y les invitaremos a que vuelvan a sus lugares para dar la paz a los que les hayan acompañado. El sacerdote aprovechará para dar la paz a algunos de los asistentes, procurando acercarse a aquellos que hayan venido por primera vez o tengan alguna celebración especial ese día (un cumpleaños, algún nacimiento en la familia…).

Retomamos la celebración con la fracción del pan que, para retomar un tono más sereno de cara a la comunión, podermos hacer cantando algún canto que tranquilice a la asamblea después del revuelo natural de la paz. Podemos utilizar «El Señor, Dios, nos amó» cantado por unas pocas voces, muy suave, a ritmo lento y que luego se vaya sumando, en el estribilo, la asamblea.

Para la comunión sería conveniente contar con dos ministros, uno que de la comunión a quienes deseen y, otro, preferiblemente el celebrante, que bendiga a los chavales que aún no hayan recibidio la primera comunión a la par que puede ir repartiendo el sacramento.

Tras la comunión, como hemos visto más arriba, podemos aprovechar para hacer un momento de silencio interior, con alguna visualización, relajación… siempre abierta a la experiencia trascendental que acabamos de vivir.

Finalizando el momento con la oración después de la comunión, que puede ser una acción de gracias preparada por el equipo que nos ha ayudado en la preparación de la celebrción.

5. Rito de conclusión

Momento de avisos, bendición y despedida. Es conveniente que el celebrante, en lugar de retirarse a la sacristía, salga a la puerta a despedir a la asamblea.

Estas breves notas son orientaciones, que pueden servir a la finalidad de hacer más atractiva y participativa la eucaristía con niños, así como lo son las celebraciones que os vamos a dejar congadas en este apratado y algunas presentaciones que pueden utilizarse con este fin.