VIA LUCIS (Según San Juan)
(Nota: este Via Lucis está pensado como una lectura sosegada y contemplativa de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan; cada estación termina con la oración que aquí proponemos. En aquellos casos que se considere oportuno abreviarlo -las estaciones 5ª, 6ª y 7ª abarcan los capítulos 14 al 17 de San Juan- puede hacerse una previa selección de versículos, o enumerar la estación y hacer la correspondiente oración).
1ª Estación: El lavatorio de los pies
Juan 13,1-17
Señor, Tú has venido para mostrarnos el verdadero rostro de Dios, el rostro de un Padre amoroso y servicial, dispuesto a todo por nuestro bien; y no nos lo enseñas como una lección magistral, sino con el ejemplo de tu vida, tu mismo, de rodillas ante tus amigos y discípulos, lavándoles los pies, dándonos a todos ejemplo de cómo debe ser nuestra vida. Enséñanos a ser servidores de cuantos nos rodean, especialmente de los más pobres y necesitados. Tú, que vives y reinas
2ª Estación: Predice la traición
Juan 13,18-30
Señor, Tú has pasado por la dolorosa experiencia de verte traicionado por los tuyos, por aquellos a los que considerabas tus amigos, en quienes habías puesto tu confianza, con quienes contabas para llevar adelante tu plan de anunciar la Buena Noticia del Amor de Dios Padre a todas las gentes y todos los pueblos. Enséñanos a confiar siempre en ti y en tu amor, conscientes de que tu nunca fallas, de que tu siempre cumples tus promesas. Tú, que vives y reinas.
3ª Estación: El mandato nuevo
Juan 13,31-35
Señor, Tú nos has enseñado que lo que Dios espera de nosotros es misericordia y no sacrificios, que no es realizando ritos, ni recitando fórmulas mágicas, ni llevando encima amuletos, ni visitando lugares supuestamente sagrados, ni encomendándonos a brujos, magos y chamanes como cumplimos la voluntad de Dios; que lo único que Él quiere es que nos amemos unos a otros. Enséñanos a amar al hermano como tu nos has amado a nosotros. Tú, que vives y reinas.
4ª Estación: El anuncio de una negación
Juan 13,36-38
Señor, Tú conoces el corazón humano como nadie, por eso sabes de nuestras debilidades, de nuestras flaquezas, de nuestras cobardías; pero tú no buscas venganzas, ni castigos, ni el ojo por ojo, ni que la pague el que la hace, sino que quieres, como el Padre, que los pecadores nos convirtamos y vivamos. Enséñanos a ser fieles a nuestra palabra, a nuestro compromiso bautismal, al amor que diariamente nos demuestras. Tú, que vives y reinas.
5ª Estación: Jesús, Camino al Padre
Juan 14
Señor, Tú sabes la cantidad de caminos que recorremos en la vida, caminos fáciles, caminos cómodos, caminos egoístas en los que sólo buscamos nuestro bien, nuestra riqueza, nuestro placer o nuestra comodidad, caminos que a veces no sabemos a donde llevan, caminos que en muchas ocasiones no nos llevan a ninguna parte. Enséñanos a descubrir que sólo tú eres el Camino que nos lleva al Dios Padre de Vida, única meta que da sentido a nuestra existencia. Tú, que vives y reinas.
6ª Estación: El odio del mundo
Juan 15; 16
Señor, el mundo está bajo el poder de las tinieblas, y por eso odia la luz, la evita, la rechaza, la destruye cuando pone en evidencia sus injusticias, su pecado, su mal; y nosotros somos cobardes, tenemos miedo al rechazo del mundo, a que nos señalen con el dedo, a abandonar el calor del rebaño y preferimos ser borregos y dejarnos llevar, arrastrar. Enséñanos a amar la luz y a no tener nunca miedo de los que pueden matar el cuerpo pero no pueden destruir el alma. Tú, que vives y reinas.
7ª Estación: Jesús ora al Padre
Juan 17
Señor, tu oración es sincera, sentida, auténtica, no palabras repetidas rutinariamente sino verdadero diálogo con el Padre, a quien suplicas por todos, por los tuyos y por los demás, por los de entonces y por los de ahora, por los fuertes y por los débiles, por los que te siguen y por los que te abandonan, por los que te aceptan y por los que te rechazan. Enséñanos a rezar de verdad, con el corazón, la mente y la vida, y no sólo con los labios. Tú, que vives y reinas.
8ª Estación: Traición y arresto de Jesús
Juan 18,1-11
Señor, todos los que se ha conjurado para acabar contigo, ven ahora cumplidos sus deseos; la traición se ha consumado; nosotros no estábamos físicamente allí, ni negociamos con los fariseos o los sumos sacerdotes, ni nos embolsamos 30 monedas de plata; pero nuestras vidas revelan que somos igualmente traidores a tu amor. Enséñanos a reconocer nuestro pecado, no dándonos golpes de pecho, si cambiando sinceramente nuestras vidas. Tú, que vives y reinas.
9ª Estación: Ante el Sumo Sacerdote y negado por Pedro
Juan 18,12-27
Señor, como un vulgar delincuente eres interrogado, como un cualquiera eres abandonado por tus amigos, incluso por aquel a quien anunciaste que sobre él edificarías tu Comunidad de amigos y discípulos; ahora conoces, como tantas personas, la experiencia del abandono, de la injusticia, del maltrato, de la soledad, del desamparo… Enséñanos a socorrer a todos los necesitados, sea cual sea su condición y necesidad, para que así vivamos como auténticos hermanos. Tú, que vives y reinas.
10ª Estación: Ante Poncio Pilato
Juan 18,28-38
Señor, Tú eres rey de la verdad, pero a nosotros la verdad no nos interesa; preguntamos por ella, como Pilato, como si fuese una curiosidad, un acertijo, una misteriosa doctrina; nos cuesta reconocer y aceptar que la única verdad es que somos hijos de Dios nuestro Padre común, hermanos de todos, y que ésta no es una verdad teórica sino para ponerla por obra. Enséñanos la verdad, la que nos lleva a vivir la fraternidad universal, para que todos vimos como hijos de Dios. Tú, que vives y reinas.
11ª Estación: Condenado a muerte
Juan 18,39-19,16
Señor, la injusticia se consuma, y con buenas y malas artes eres condenado a muerte, Tú, que has hecho andar a los cojos y a los paralíticos, has devuelto la vista a los ciegos, has curado leprosos, has devuelto a la vida a hija de Jairo, al hijo de la viuda de Naim, a Lázaro… ahora te quitan la vida a ti, que la has dado a manos llenas a cuantos estaban a tu alrededor. Enséñanos a vivir y morir por la vida, a defenderla siempre, porque estamos destinados a vivir para siempre junto a ti. Tú, que vives y reinas.
12ª Estación: La Crucifixión y muerte de Jesús
Juan 19,17-30
Señor, tu vida no fue una más y tu muerte tampoco podía serlo; no mueres, te matan, ejecutado, en el colmo de una injusticia universal, cósmica, inigualable; pero a semejante desatino de la humanidad nunca vas a contestar con el castigo o la venganza, sino, como siempre, con el perdón, con la justificación y con el amor. Así queda cumplido todo. Enséñanos a trabajar por la paz, la justicia y la vida, para que siempre y en todo se cumpla tu voluntad. Tú, que vives y reinas.
13ª Estación: El costado traspasado
Juan 19,31-37
Señor, tu corazón está roto, como tantos corazones, pero no por una lanza sino por un amor no correspondido, por un amor despreciado e ignorado; aún así, de tu último suspiro, de tus últimas gotas de sangre naceremos nosotros, llamados a continuar la tarea de anunciar a todas las gentes el amor que nos tiene Dios nuestro Padre. Enséñanos a romper nuestros corazones en el servicio diario a los hermanos que sufren. Tú, que vives y reinas.
14ª Estación: En un sepulcro nuevo
Juan 19,38-42
Señor, nacidos de la tierra, a la tierra volvemos, en la tumba terminan nuestros días, en el sepulcro nuestras esperanzas e ilusiones, nuestros sueños, nuestros afanes y Tú, solidario con nosotros, con nuestras penas y desgracias, con nuestros fracasos y nuestra muerte, también vas a conocer la oscuridad del sepulcro. Pero, ¿eso es todo? Enséñanos a no perder nunca la esperanza y a ver la luz en medio de la oscuridad. Tú, que vives y reinas.
15ª Estación: ¡HA RESUCITADO¡
Juan 20,1-18
Señor, porque no podía ser de otra manera, porque Tú tenías razón, porque Dios estaba de tu parte, como Tú estabas de parte de los pobres y los desgraciados, porque somos hijos del Padre, porque el Padre nos quiere… HAS RESUCITADO y nos has abierto a todos el camino de la Vida sin fin. Enséñanos a caminar contigo por el camino de la Cruz, para alcanzar un día la gloria de la Resurrección. Tú, que vives y reinas.