Idea central:

Jesús va a llegar y aún no estamos preparados para recibirle. Son muchas nuestras dudas, nuestros miedos, nuestros errores.

Viene a mi vida para acompañarme, para invitarme al Reino del Padre.

¿Deseo estar con Él? 

¿Creo que soy importante para Él? 

El Reino es para mí y para toda la Humanidad. Dios llega a todos y cada uno de nosotros. 

Mi fe personal hace crecer a la comunidad, la comunidad me hace crecer.

Símbolo

Una silla vacía, dispuesta para el que estamos esperando. Aproximaremos a ella el cirio pascual: la luz de la Palabra. A sus pies, o en una mesita baja, se irá elaborando una corona de Adviento o un juego de velas que se irán encendiendo durante la celebración, expresando como su luz se extiende y nos ilumina, despejando nuestras sombras.

Monición de entrada

Ya es Adviento. Nos preparamos a recordar la Buena Noticia: que Dios está entre nosotros; que se hizo hombre, viviendo como un hermano para demostrarnos que nada nuestro le es ajeno.

A menudo, por nuestras debilidades o vencidos por el egoísmo, caemos en la oscuridad. Le negamos y nos negamos a verlo en nuestros hermanos. Del mismo modo que ya estamos empezando a preparar las fiestas de Navidad para recibir a la familia, preparemos hoy nuestro corazón para volver a recibirlo en nuestra vida.

Oración

Míranos, Padre, a los que hoy venimos a celebrar tu presencia. Ilumina nuestro camino y despeja las sombras que nos alejan de Ti. Pon paz en nuestros corazones para que recibamos con alegría la llegada de nuestro hermano, Jesús, con el anuncio de tu Reino.

Lecturas

Primera lectura

Dios construye su Reino poniendo paz entre los pueblos

Lectura del libro de Isaías 2, 1-5

Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén. En los días futuros estará firme el monte de la casa del Señor, en la cumbre de las montañas, más elevado que las colinas. Hacia él confluirán todas las naciones, caminarán pueblos numerosos y dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob. Él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, la palabra del Señor de Jerusalén». Juzgará entre las naciones, será árbitro de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, venid; caminemos a la luz del Señor.

Segunda lectura

Vivir en el mundo a la luz de tu Palabra

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13, 11-14a

Comportaos así, reconociendo el momento en que vivís, pues ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora la salvación está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está avanzada, el día está cerca: dejemos, pues, las obras de las tinieblas y pongámonos las armas de la luz. Andemos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas y borracheras, nada de lujuria y desenfreno, nada de riñas y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo.

Evangelio

Mantener dispuesto el corazón para tu llegada

Lectura del santo evangelio según san Mateo 24, 37-44

Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. En los días antes del diluvio, la gente comía y bebía, se casaban los hombres y las mujeres tomaban esposo, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: dos hombres estarán en el campo, a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo, a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón, estaría en vela y no dejaría que abrieran un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.

Reflexión

A veces, enfrentarnos a una silla vacía nos hace sentir incómodos. Esperamos a alguien que tarda en venir, lo echamos de menos en nuestras vidas. 

– ¿Cuántas veces, como cristianos, sentimos vacío en nuestro corazón porque –creemos- que nos falta Dios?

– ¿Cuántas veces le he apartado de mi lado? ¿En qué momentos siento más necesidad de Él?

– ¿Es Jesús a quién espero? ¿Qué espero de Él?

– ¿Qué prefiero: hablarle o escucharle?

– ¿Estoy dispuesto a ser sincero con Él? O, por el contrario, ¿sólo estoy dispuesto a contarle mis penas y mis necesidades?

– ¿Le hablaré de mis hermanos? ¿De lo que ocurre en mi comunidad y en el mundo? ¿O acaso solo me interesa que me resuelva mis problemas?

Confesión general/individual

Cuando esperamos a alguien que consideramos importante le preparamos un sitio confortable. Queremos verle bien, apreciar todos sus gestos y sus miradas. 

Intentamos hacer presente a Jesús visualizándolo sentado frente a nosotros en el momento evangélico que más nos atraiga a cada una. Este es un buen momento para ir encendiendo todas las velas.

Ahora, tras la reconciliación, escucho lo que Jesús me está diciendo, y medito:

– Aunque Jesús hable para todos, lo hace especialmente para mí. ¿Por qué soy importante para Él?

– ¿Cómo comparto con la comunidad el mensaje que me da?

– ¿Cómo hacer que mi fe personal se traslade a la sociedad?

Peticiones

– Por la Iglesia, para que sea llama de esperanza y muestra del Reino de Dios entre los hombres.

– Por los que gobiernan, para que nunca olviden que están al servicio de los pueblos y que su fin último es mejorar el mundo.

– Por los que sufren, para que siempre encuentren comprensión y apoyo en nuestros actos.

– Por nuestra comunidad, para que siempre permanezca despierta y sea ejemplo de solidaridad.

Oración

Padre,

hoy que deseo que vuelvas a mostrarme el camino, no dejes de iluminarlo para que no me engañen las luces que me distraen.

Hoy que me anuncias la llegada de mi hermano Jesús, haz que en mi casa siempre haya un sitio para el que precisa de buenas noticias.

Hoy que me traes a la esperanza, que no me conforme con los buenos deseos. Haz de mi jornalero de tu Reino de Paz y de Amor.