VÍA CRUCIS DE NUESTRA CASA COMÚN.

Desde la Encíclica Laudato si’.

 

  • PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO A MUERTE 

Nuestra casa común convertida en un gran estercolero.

 

Los seres humanos, sobre todo, los de los países ricos, producimos cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa común, la estamos convirtiendo, cada vez más, en un inmenso depósito de porquería, un gran estercolero.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ 

Nuestra casa común se ahoga con la contaminación.

 

El ambiente en nuestras ciudades es cada vez más nocivo. Los índices de contaminación no paran de aumentar a causa de elevados niveles de humo que proceden de los combustibles que se utilizan para cocinar o para calentarse. A ello se suma la contaminación debida al transporte, al humo de la industria, a los depósitos de sustancias, a los fertilizantes, insecticidas, fungicidas, controladores de malezas y agrotóxicos en general.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • TERCERA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR PRIMERA VEZ 

El clima de nuestra casa en peligro.

 

Existe un consenso científico que indica que nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema climático. En las últimas décadas, este calentamiento ha estado acompañado de un constante crecimiento del nivel del mar y desastres meteorológicos, grandes inundaciones o sequías extremas. La mayor parte del calentamiento se debe a la gran concentración de gases de efecto invernadero (anhídrido carbónico, metano, óxidos de nitrógeno y otros) emitidos sobre todo a causa de la actividad humana.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • CUARTA ESTACIÓN: JESÚS SE ENCUENTRA CON SU MADRE

Otras catástrofes provocadas por el calentamiento.

 

A su vez, el calentamiento tiene efectos nocivos sobre el ciclo del carbono. Crea un círculo que agrava aún más la situación y que afectará los recursos como el agua potable, la energía y la producción agrícola de las zonas más cálidas y provocará la extinción de parte de la biodiversidad del planeta. El derretimiento de los hielos polares amenaza con una liberación de alto riesgo de gas metano, y la descomposición de la materia orgánica congelada podría acentuar todavía más la emanación de anhídrido carbónico.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • QUINTA ESTACIÓN: SIMÓN DE CIRENE AYUDA A JESÚS A LLEVAR LA CRUZ 

Los recursos naturales se agotan.

 

Consumimos sin freno, esto lleva al agotamiento de los recursos naturales. Conocemos bien la imposibilidad de sostener el actual nivel de consumo de los países más desarrollados y de los sectores más ricos de las sociedades, donde el hábito de gastar y tirar alcanza niveles inauditos. Ya se han rebasado ciertos límites máximos de explotación del planeta sin que le demos tiempo a recomponerse, sin ser muy conscientes de ello, estamos dilapidando los recursos de las generaciones futuras.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • SEXTA ESTACIÓN: LA VERÓNICA LIMPIA EL ROSTRO A JESÚS 

Se reduce de forma alarmante la cantidad de agua.

 

La provisión de agua permaneció relativamente constante durante mucho tiempo, pero ahora en muchos lugares la demanda supera a la oferta sostenible, con graves consecuencias a corto y largo término. Grandes ciudades sufren períodos de disminución de recursos. La pobreza del agua social se da especialmente en África, donde grandes sectores de la población no acceden al agua potable o padecen sequías que dificultan la producción de alimentos.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

  • SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR SEGUNDA VEZ 

Muertes en la casa común producidas por la mala calidad del agua.

 

Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los empobrecidos, que provoca muchas muertes todos los días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias químicas. La diarrea y el cólera son un factor significativo de sufrimiento y de mortalidad infantil. También las aguas subterráneas, en muchos lugares, están amenazadas por la contaminación que producen algunas actividades agrícolas e industriales.

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS CONSUELA A LAS PIADOSAS MUJERES 
  • La depredación llega a los recursos de la tierra 

 

Los recursos de la tierra también están siendo depredados por la forma de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes, no solo para la alimentación, sino también para la curación de enfermedades y para múltiples servicios.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • NOVENA ESTACIÓN: JESÚS CAE POR TERCERA VEZ

La casa común esquilmada.

 

No basta pensar en las distintas especies solo como eventuales recursos explotables, olvidando que tienen un valor en sí mismas. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extinguen por razones que tienen que ver con alguna actividad humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES DESPOJADO DE SUS VESTIDOS 

La casa común despojada de su belleza.

 

Son admirables los esfuerzos de científicos y técnicos que tratan de aportar soluciones a los problemas creados por el ser humano. Pero mirando el mundo, advertimos que este nivel de intervención humana, frecuentemente al servicio de las finanzas y del consumismo, hace que la tierra en que vivimos en realidad se vuelva menos rica y bella, cada vez más limitada y gris, mientras al mismo tiempo el desarrollo de la tecnología y de las ofertas de consumo siguen avanzando sin límite. De este modo, parece que pretendiéramos sustituir una belleza irreemplazable e irrecuperable por otra creada por nosotros.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CLAVADO EN LA CRUZ  

Los moradores de la casa común en peligro.

 

El ser humano es también una criatura de la casa común y es afectado por la degradación ambiental del actual modelo de desarrollo y de la cultura del descarte en la vida de las personas. El deterioro del ambiente y el de la sociedad afectan de un modo especial a los más débiles del planeta. Los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente empobrecida. El impacto de los desajustes actuales se manifiesta también en la muerte prematura de muchos pobres, en los conflictos generados por falta de recursos y en tantos otros problemas que no tienen espacio suficiente en las agendas del mundo.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • DUOCÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ 

Gemidos de la casa común y de sus moradores.

 

Estas situaciones provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado tanto nuestra casa común como en los últimos siglos. Pero estamos llamados a escuchar esos gemidos y ser los instrumentos del Padre-Madre Dios para que nuestro planeta sea lo que Él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS ES BAJADO DE LA CRUZ 

Necesitamos soluciones integrales para la casa común.

 

Es fundamental buscar soluciones integrales que consideren la conexión profunda de los sistemas naturales entre sí y con los sistemas sociales. No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • DÉCIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES COLOCADO EN EL SEPULCRO 

Apostar por otro estilo de vida en la casa común.

 

Mientras más vacío está el corazón de la persona más necesita objetos para comprar, poseer y consumir. Sin embargo, no todo está perdido. No hay sistema que anule por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. Por eso, podemos asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida. Está a nuestro alcance evitar el uso de material plástico y de papel, reducir el consumo de agua, separar los residuos, cocinar solo lo que razonablemente se podrá comer, tratar con cuidado a los demás seres vivos, utilizar transporte público, plantar árboles, apagar las luces innecesarias…

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

 

  • DÉCIMOQUINTA ESTACIÓN: JESÚS RESUCITA DE ENTRE LOS MUERTOS 

Es imprescindible que el principio del bien común rija la convivencia de nuestra casa.

 

En las condiciones actuales de la sociedad mundial, donde hay tantas inequidades y cada vez son más las personas descartables, el principio del bien común se convierte en un llamado a la solidaridad y en una opción preferencial por los más empobrecidos. Hoy, desde el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana. Y todos necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. En nuestra casa común no hay espacio para la globalización de la indiferencia.

 

“Por Él, Dios quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz” (Col 1,19-20).

 

 

Maricarmen Martín