Cristo sigue, hoy, recorriendo el Camino de la Cruz. Un camino difícil y angustioso. Pero, desde que Cristo lo recorrió, se ha hecho para nosotros camino esperanzado. Acompañando a Cristo en el Viacrucis queremos adentrarnos en los misterios dolorosos de tantas y tantas personas que llevan cruces pesadas sobre sus hombros.
En cada estación repetiremos al inicio:
– Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
– que por tu santa cruz redimiste al mundo
PRIMERA ESTACIÓN: “Jesús es condenado a muerte”
“Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué necesidad tenemos aún de testigos! ¿Qué os parece? Y ellos contestaron: Es reo de muerte. (Mt. 26. 65)
Las autoridades religiosas lo condenan por blasfemo, porque se reconoce Hijo de Dios. Las autoridades políticas lo condenan por subversivo y sedicioso, porque se reconoce y dice ser Rey. Y el pueblo lo condena y lo rechaza porque se siente defraudado por Él. En realidad, Jesús es condenado por ser fiel a su Abba, a quien llegó a conocer en la intimidad de su oración.
Perdónanos, Señor, por nuestra falta de comprensión, por nuestros prejuicios y etiquetas, por tanta mirada que no valora a la persona concreta sino el estigma social que tiene.
SEGUNDA ESTACIÓN: “Jesús carga con la cruz”
“Entonces Pilato les entregó a Jesús para que lo crucificaran. Tomaron a Jesús y, cargándole con la cruz, lo sacaron hacia el lugar, llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota”. (Jn. 19, 16ss.)
La sentencia condena a Jesús a morir en la cruz. Era el castigo más humillante para esclavos, criminales y subversivos. Al cargar a Jesús con la cruz, le quitan ante el pueblo su autoridad moral, pero en la cruz, Jesús se pone al frente de los que cargan con la cruz: los triturados de la historia.
TERCERA ESTACIÓN: Jesús cae por primera vez
“Cristo, a pesar de su condición divina no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y, así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte en cruz”(Fil. 2, 6-8)
Después de la angustia en Getsemaní, después de la interminable noche en el Sanedrín, de las largas horas en el Pretorio, los castigos y las burlas, ¿cómo no caerse? No obstante Jesús sabe levantarse.
Perdona, Señor, nuestras deserciones, nuestro pesimismo y danos fuerzas y ánimo para seguirte con la cruz con más valor y esperanza.
CUARTA ESTACIÓN: Jesús se encuentra con su madre
“Cuando Jesús fue llevado por sus padres al Templo, el anciano Simeón dijo a María, su madre:” Este niño será signo de contradicción. Y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así quedarán al descubierto las intenciones de todos”. (Lc. 2,34ss)
María que vivió de sorpresa en sorpresa su vida, contempla a su Hijo destrozado por la cruz, condenado a morir como blasfemo. Este encuentro nos lleva a pensar también en las madres, pero especialmente las de hijos machacados por la guerra, presos, drogados o sin porvenir cierto.
Madre de Dios, consuela y fortalece a tantas madres que sufren por sus hijos.
QUINTA ESTACIÓN: “Simón de Cirene ayuda a Jesús a llevar la cruz”
“Cuando llevaban a Jesús hacia el Calvario, encontraron a un hombre, llamado Simón, que era de Cirene, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús” (Mt. 27, 32)
Era un desconocido, pero nunca olvidaremos su gesto. Cuando menos lo esperaba, se le complicó la vida. Llevar la cruz de un condenado a muerte, de uno de estos pequeños… es llevar la cruz de Dios.
Perdona, Señor, nuestra falta de fe para poder descubrirte en el hermano que sufre, en el extranjero.
SEXTA ESTACIÓN: “La Verónica limpia el rostro de Jesús”
“Muchos quedaban asustados al verlo, porque su cara estaba tan desfigurada que ya no parecía un ser humano. No tenía apariencia ni presencia. Lo vimos sin belleza, despreciado y evitado por los hombres, como un hombre de dolores ante el cual se ocultan los rostros”. ( Is. 52, 14; 53,2-3)
En medio de tanta traición a Jesús, de tanta indiferencia y curiosidad malsana, la excepción fue una mujer fuerte, la Verónica, que limpió el rostro a Jesús, el rostro ensangrentado de Dios, de los oprimidos, los marginados, los olvidados…
Señor, que sepamos descubrirte en el prójimo, en los empobrecidos, en los que no son como nosotros, en los que nadie mira porque huelen, porque tienen otras costumbres, otro color de piel….
SÉPTIMA ESTACIÓN: “Jesús cae por segunda vez”
“Mientras los discípulos dormían, Jesús cayó por el suelo hasta tocar la tierra con su cara, e hizo esta oración: ”Padre, si es posible, que se aleje de mi este cáliz, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”(Mt.26,39)
Jesús vuelve a caer. Está profundamente abatido, se siente golpeado en el alma. Le faltan las fuerzas. Pero se pone en pie, y sigue adelante, hacia el Calvario, hasta la cruz.
Señor, enséñanos a orar como Tú; enséñanos a ponernos en pie para seguir hasta el fin.
OCTAVA ESTACIÓN; “Jesús consuela a las piadosas mujeres”
“Le seguía mucha gente del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: ”Hijas de Jerusalén, no lleréis por mi, llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos…Porque si esto hacen en el madero verde ¿qué se hará en el seco? (Lc. 23, 27-32)
Esas mujeres que llorando le seguían, le acompañaban en un silencio denso… La pasión de Jesús no es el dolor, sino la humanidad. Por nosotros se hizo hombre y por nosotros fue crucificado, muerto y sepultado. En este Cristo dolorido, está representada cada una de las personas que han formado, forman y formarán parte de la humanidad doliente.
Danos ánimos para descubrir al doliente y enjugar sus lágrimas, a acercarnos con ternura y cariño para ayudar a levantarse.
NOVENA ESTACIÓN: “Jesús cae por tercera vez”
“Poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que tú también eres de ésos, pues tu habla te delata.
Entonces él empezó a imprecar y jurar: No conozco a ese hombre.
Y enseguida el gallo cantó. Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le habia advertido: antes de que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo afuera lloró amargamente” (Mt. 26. 73-75)
Cómo pudo vivir Jesús la deserción de sus discípulos, las negaciones de Pedro, y el aparente abandono de Dios… No obstante perdonó a Pedro…
Señor, ten piedad de nuestras repetidas debilidades y ven en nuestra ayuda. No nos dejes en nuestras caídas.
DÉCIMA ESTACIÓN: “Jesús es despojado de sus vestiduras”
Los soldados cogieron su ropa e hicieron con ella cuatro partes, una para cada uno. Cogieron también la túnica. La túnica era sin costura, de una pieza, tejida de arriba a abajo. Por eso dijeron: “no la rompamos, echemos a suertes a ver a quién toca”. Para que se cumpla la Escritura que decía:” Se repartieron mis vestiduras y echaron a suertes mi túnica”. (Jn. 19, 23-24)
Al que iba a ser crucificado lo desnudaban. Era un rito oficial de degradación y deshonra pública. Actualmente miles de personas se ven despojados de sus derechos humanos, de su dignidad.
Perdón, Señor, que defendamos siempre en cualquier circunstancia la dignidad humana.
UNDÉCIMA ESTACIÓN: “Jesús es clavado en la cruz”
“Llevaron también a otros dos criminales para ser ejecutados con él. Cuando llegaron al sitio llamado Calvario, lo crucificaron allí, y también a los criminales, uno a la derecha y el otro a la izquierda” ( Lc. 23, 32-34)
La crucifixión era una muerte infame y dolorosa, agonizando durante horas. Hoy sigue crucificándose a millones de seres humanos
Señor, que sepamos descubrir nuestras cruces y las de los que nos rodean… ayudanos a vivirlas
DUODÉCIMA ESTACIÓN: “Jesús muere en la cruz”
“Hacia mediodía las tinieblas cubrieron toda la región hasta las tres de la tarde. El sol se obscureció, y el velo del Templo se rasgó por medio. Entonces Jesús lanzó un grito y dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró”. ( Luc. 23, 44-46)
El que anunciaba la vida nueva del Reino de Dios, muere en la cruz. Lo matan, lo ejecutan como a un subversivo blasfemo. Dios-Padre calla. Pero en el silencio del Padre y en la muerte de Jesús se esconde y se revela el Dios amor.
La muerte sigue siendo un misterio. Pero el amor está por encima del dolor.
DÉCIMOTERCERA ESTACIÓN: “Jesús es bajado de la cruz y puesto en los brazos de su madre”.
“Junto a la cruz de Jesús estaba su madre…Al verla a ella y, junto a ella, al discípulo que tanto amaba, dijo a su madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo…Y dijo al discípulo: ahí tienes a tu madre…
Al anochecer, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús. Fue a Pilato a pedir el cuerpo de Jesús. Entonces Pilato mandó que se lo dieran. Y José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia” (Jn. 19, 26-29-Mt.27, 57-59)
Tenía unos 33 años; estaba en la plena vitalidad de su vida de hombre. María recibe en sus brazos a Jesús muerto.
Señor, haz que la fortaleza y el valor de tu Madre sea siempre apoyo y esperanza para nosotros y para todas las madres a las que la vida les arrebata un hijo.
DÉCIMA CUARTA ESTACIÓN: “Jesús es colocado en el sepulcro”.
“José y Nicodemo cogieron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en vendas, con los perfumes, según es costumbre enterrar entre los judíos. Había un jardín en el sitio donde lo crucificaron, y en el jardín un sepulcro nuevo, en el que nadie había sido enterrado todavía. Allí, por estar cerca, pusieron a Jesús”. “Luego, hicieron rodar una gran piedra hasta la entrada del sepulcro y se fueron” (Juan 19, 40ss. y Mt. 27, 60))
El sepulcro es el lugar donde los poderes de este mundo creen alcanzar dominio sobre Jesús. Pero el sepulcro de Jesús es nuevo y está en un huerto o jardín que, en la Biblia, es el lugar de la vida. Son las semillas que, al ser enterradas, rompen la tierra y crecen.
DÉCIMA QUINTA ESTACIÓN: “Jesús resucita de entre los muertos”
“El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro María Magdalena y la otra María. Al entrar, vieron a un joven vestido de blanco y se asustaron. Pero él les dijo:”No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el lugar donde lo pusieron. Id a decir a sus discípulos y a Pedro, que irá delante de vosotros a Galilea; alli lo veréis, como os había dicho” (Mc.16, 2-7)
En la tumba de Cristo hay un grito de esperanza: aquí no está. La tumba vacía es el apoyo más firme para la resistencia a creer. Pero la única razón es que Cristo vive y es capaz de resucitar la esperanza en los corazones y cambiar el sentido de las cosas, aumentar el gozo de vivir, fortalecer para la lucha contra la desesperación y el dolor.
Si él ha resucitado, también nosotros resucitaremos.
ELENA GASCÓN